Lo que nadie te cuenta cuando te vas a trabajar a otra ciudad.

noviembre 21, 2020



Gran Vía de Madrid

 Cuando eres el extraño en tu nueva ciudad y en la que naciste.

A modo narrativa, pero sin entrar en demasiados datos personales, voy a intentar dar mi opinión sobre lo que significa vivir en una ciudad que no es la tuya cuando has estado 33 años viviendo en la que naciste, lo que sentí cuando me tuve que marchar, lo que ocurrió cuando me marché y las cosas que más me impactaron en el cambio.

Esta entrada me la sugirió @Efraín también autor de este blog, al que podéis seguir en sus redes sociales profesionales porque tiene un contenido más que interesante.

El día de marcharse llegó - Madrid me espera.

Como tantos otros en aquella época de crisis (2008-2012), me encontré en una posición muy vulnerable porque no era nada sencillo encontrar empleo. Las opciones no eran muchas y tras acabar mi último trabajo, intenté varias alternativas, pero en la provincia de Alicante, las opciones no eran muchas y el paro se estaba acabando.

Así fue cómo me decidí plantearme que mi situación personal me permitía jugarme la baza de cambiar de ciudad, de provincia y de Comunidad Autónoma para lanzarme a una aventura nueva, buscar un empleo donde nunca antes me lo había planteado y donde no conocía a nadie... ¿o sí?.

Cuando pensé que quizás en Madrid tendría más oportunidades de conseguir lo que buscaba (porque en aquella época ya me había dado cuenta que debía buscar un trabajo que me realizara, no solamente que me reportara un sueldo) debido al mayor número de empresas me basaba en la pura lógica, era pura estadística. Y no me equivoqué: registrarme en ofertas de empleo de otras ciudades fue lo más sencillo. Conseguir una entrevista, no tanto. Pero si esto a alguien le interesa, puedo hacer otro post para explicarlo y también para explicar cómo solucionarlo.

Lo siguiente que ocurrió fue darme cuenta que a mi alrededor había gente que ya vivía hacía tiempo en Madrid!: Obviamente los pioneros son 3 y hacer cosas completamente nuevas es muy complicado, irse a vivir y trabajar a Madrid no fue una excepción. Cuando empecé a comentar que me quería ir a Madrid, pero sobre todo cuando ya estaba allí, se contaban por decenas de mis vecinos de ciudad que ya vivían en la Capital y que llevaban 2, 4 o más años viviendo y trabajando... y no me había dado cuenta, porque ocasionalmente los seguía viendo por mi ciudad, lo cual me chocó al principio pero luego lo entendí.

¿Por qué Madrid?.

Madrid fue la ciudad que me escogió a mi, no la que escogí yo. Al no tener preferencias, opté por ir a la empresa que quisiera darme una oportunidad, por lo que tras algunas entrevistas, conseguí el puesto y comencé la gestión de mudanza y traslado.
Realmente no me hubiera importado que hubiera sido Madrid, Barcelona, Valencia, Paris, Munich o Nueva York, pero salió Madrid porque estaba en el bombo.
Sí es cierto que una vez instalado, comprendí la facilidad que Madrid le pone a cualquiera que quiera trabajar allí pero hubiera nacido en otro sitio. Tiene muchas ventajas en cuanto a ubicación, porque está en el centro de la península, por lo que tardas aproximadamente lo mismo en ir a Galicia como en ir a Alicante.

Instalación, adaptación y sentimiento de pertenencia.


Hablo desde mi experiencia que fue irme a vivir a Madrid (Alcalá de Henares concretamente) pero esto no debe servir para cogerlo como referencia porque también mi personalidad es la que es cada cual es un mundo.

Mi adaptación a mi nueva vivienda fue instantánea. Madrid está más que acostumbrado a recibir nuevos madrileños que nacen fuera de su ciudad. De hecho se dice que casi nadie en Madrid es de Madrid y lo pude comprobar en primera persona, era complicado encontrar a alguien que sus abuelos hubieran nacido en Madrid (es decir, madrileños de tercera generación).

En cuanto al ambiente laboral, la integración fue rápida, pues Madrid es tan grande que es complicado ver el nepotismo que irradia Alicante o la forma de pensar en el corto y sin estrategia que caracteriza ciertas empresa de nuestra zona. Digamos que en Madrid las empresa están algo más profesionalizadas, por pequeñas que sean. Supongo que será una cosa contagiosa: si das servicio a una empresa profesionalizada, tenderás a profesionalizarte para seguir dando cada vez mejor servicio. Al fin y al cabo, las empresas se adaptan a su propio medio. 

Socialmente hubo muchas luces y sombras. Por una parte, hacerme de un grupo de conocidos para compartir relaciones sociales, debido a mi personalidad, no fue complicado. Pero sí que noté en depende qué círculos, no siempre es sencillo ser aceptado. No quiero entrar en polémicas, pero creo que la presencia de la mentalidad conservadora en Madrid tiene mucha fuerza y eso incluye que a la gente que viene de fuera se la acepta poco a poco, por lo que depende de para qué, tienes pocas o ninguna dificultad o un muro.

Vuelta a casa. ¿Qué pasa ahora?.

Cuando vives en Madrid, te das cuenta que echas de menos el clima y tu gente (en mi caso). Por lo que viajar en coche de fin de semana a Elche no era algo extraño. Los servicios de coches compartidos, el hecho de que el sueldo sea algo mayor en Madrid y las ganas de ver a tus seres queridos lo propicia.

Pero se produce un extraño fenómeno. Cuando llegas y hablas con gente de tu propia ciudad siempre me encontré con gente que no sabía que me había ido al mismo tiempo que había gente que sabía de mi marcha y que me preguntaba ¿Cuándo vuelves?. Esa pregunta da para otro post completo. creedme. Bien sea por sesgos propios de cada uno, bien sea por falta de miras (que también), bien por desconocimiento o por miedos, siempre hay gente que extraña que te hayas marchado y que te pregunte cuándo vuelves.

Otra cosa que me impactó fue escuchar las opiniones de personas que no han salido nunca de su barrio decir: "Yo no podría vivir en..." y da igual la ciudad que pongas en los puntos suspensivos: SI ALGO NO LO HAS EXPERIMENTADO NO PUEDES SABER DE QUÉ ESTÁS HABLANDO.

Es curioso y a la vez escalofriante, darme cuenta que hay personas que vive la vida que hay en su cabeza y no la real. Pero esto como digo, da para mínimo otro post. En lo que concierne a este, darme cuenta de estas cosas me hizo pensar que era un extraño en mi propia ciudad. Tenía otra perspectiva de la vida, de la situación social y económica y no me sentía igual con la gente que había dejado atrás, aunque fuera por meses, porque yo ya no era el mismo. Y eso no lo hace Madrid, lo hace abrir puertas a hacer cosas como irte a vivir a otra ciudad.

Tendencia.

Cuando finalmente comienzas a tener vida social, no digamos ya si comienzas una relación sentimental, actividades rutinarias y nueva visión, la tendencia normal es cada vez visitar menos tu ciudad natal. Con toda persona que traté en mis viajes de Madrid a Elche de fin de semana, me lo confirmaron, tuve la misma conversación: cada vez "bajo" menos. 

En una nueva ciudad, sobre todo si es más grande y tiene más oferta en general, cada vez tiene menos presencia la melancolía de lo que conocías. Claro, esto hasta que no lo experimentas no lo sabes, aunque te lo cuenten, por lo que minimizas los viajes y los limitas a los eventos familiares o sociales con amigos muy cercanos y deja de ser normal que te vean por allí.

También experimenté que cada vez echaba menos de menos la mentalidad de la gente de mi ciudad natal. Obviamente a mi gente la echaba de menos, pero sí que me hacía sentir raro ver comportamiento de personas ajenas a mi que eran diferentes a los que ya me había acostumbrado. Voy a poner un ejemplo estúpido que real que viví en mis carnes: 

Una vez en uno de mis viajes a Elche, cuando aparqué el coche y salí con mi maleta hacia casa de mi hermana, en la calle había un grupo de gente. Esta gente estaría haciendo pues cualquier cosa que hiciera la gente que se junta en grupo en la calle, pero estaban en una acera y no se podía pasar. Pues bien, en Madrid cuando se junta un grupo de gente SIEMPRE dejan un hueco de paso. Debe ser que tienen interiorizado no impactar en la vida de los demás y no bloquean zonas de paso.

También es cierto que en Madrid todo el mundo va corriendo a todas partes porque o llega justo a la parada del metro o del bus y si lo pierde son 30 o 40 minutos más esperando a que pase el siguiente o bien porque tienen ganas de llegar a algún sitio u otro. La gente en Madrid corre por la calle, sí, es normal.

El caso es que tuve que pedir a esa gente que se apartara para que me dejaran pasar porque ellos estaban a lo suyo y no se percataron de que estaban bloqueando la acera. Eso me molestó. Esa falta de civismo es propia de nuestra zona, pero no de Madrid (que tiene otras faltas de civismo enormes que en Elche no tenemos, pero así va esto, nada es perfecto). 

Supongo que yo haría mil cosas en Madrid que a la gente de allí le causaran impacto igual que y a mi me lo causaron comportamientos suyos cuando llegué. Pero bueno, de esto va la adaptación, de querer integrarse y de no ofrecer demasiada resistencia al cambio, porque sino, pasará lo que he visto que le ha pasado a alguna gente: SE DEPRIME.

La depresión de Madrid.

Sí, he visto mucha gente deprimirse en Madrid. Es una desgracia y a veces conlleva situaciones muy desagradables, pero la gente cuando sale de su zona de confort y tiene que hacer cosas que no quiere hacer, si no se adapta y se resiste al cambio (cuando es obligatorio) puede pasar facturas muy desagradables.

Conocí varios casos de personas que tuvieron que irse a trabajar a Madrid o Barcelona (donde viví 3 meses) y que no eran felices, lo que les llevó a no adaptarse, lo que les llevó a la depresión, lo que les llevó a ser más infelices aún.

No quiero banalizar con la depresión, no quiero decir que si quieres ser feliz no te tienes que deprimir y restarle importancia a un problema tan grave. Es un problema mental grave, que no se me entienda mal. 

Pero sí quiero apuntar que si la depresión te viene por tu resistencia al cambio y ese cambio no está en tu mano revertirlo en el corto (porque tienes que irte a estudiar sí o sí porque lo que quieres estudiar solo está allí, porque es mejor para tu futuro laboral, porque tu trabajo te ha trasladado y lo tienes que hacer obligado, etc.) disfrutar del cambio es el mejor consejo que te puedo dar. Se puede ser feliz en una ciudad que no es la tuya, rodeado de gente extraña y aunque no conozcas nada del lugar y ni siquiera te guste el clima. Se puede. Yo lo he hecho. Y si yo puedo, puede cualquiera.

Que nadie os diga que aquí o allí se está mejor.

Hay diferencias lógicas y otras no tan evidentes, pero de la misma manera que ocurre con la playa y la montaña, a cada cual le gusta una cosa y cada cual cuenta su historia como la vive. Por lo tanto mi consejo y con esto acabo: Hazlo y opina, pero hazlo para opinar.

Si luego sale mal siempre puedes volver al punto de partida, porque parece que a veces es tarde para tomar una decisión, y luego te das cuenta que de lo único que te arrepientes es de no haber hecho esto o aquello que pudiste y no lo hiciste.

Y con la canción de hoy acabo. Hoy quiero compartir una canción que me acompañó en mis muchos viajes en coche de allí para acá cuando vivía en Madrid. Me trae buenos recuerdos y me ponía en modo positivo cuando las cosas no estaban en el sitio que yo quería. Buen fin de semana!



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